domingo, 21 de diciembre de 2008

Un asado y un fernet en La Matanza

Los fantasmas sobrevuelan la postal de la desidia, como los instrumentos de una obra de terror. Es jueves y a las 10 horas estoy en La Matanza, listo como siempre, con el grabador de voces y la cámara de fotos, retrato y presencio el llanto de una madre, recubierta por la risa de los transas, esas hienas idiotas que envenenan el futuro de los pibes del barrio.

A su alrededor bailan los soldados, autómatas, frenéticos, con los 38 milímetros que dura el mambo. Aquí cada bala es una seca que se fuma la muerte, con las patas llenas de tierra.

El viaje trae secuencias plenas de conciencia. Aquí en Camino de Cintura, zona pélvica de un cuerpo que arrastra “el dolor de ya no ser”, las condenas las pagan los negros.

Por el maldito olor de su piel. Con ritmo a cumbia y la garganta sin aliento.

Porro pasta paco merca vino nevado rophi reinol birra estoy reloco guacho dame todo o te meto un tiro en el orto gil hijo de puta y la concha puta de tu madre quiero tu silencio tus gritos.

Brotan las sirenas, como banda de sonido de una realidad de mierda. Hay noticias, marchas, seguridad, caza de brujas, clientelismo, negociados, que se maten entre ellos estaba bien pero ahora nos matan a nosotros.

Entonces se pudrió todo, ¿que se creen estos negros de mierda y la concha de su madre? Justicia es vender pero no recibir violencia ¿en que nos hemos convertidos?

Temerarios y temerosos en un mundo de mierda. Sino existieran los seres humanos no habría internet y usted habitaría otra galaxia, otro cuerpo, con menos razón, ego, monstruos, prejuicios, ni cable ni canales de noticias, esa turba de hijos de puta que se llenan los bolsillos con la tragedia de los trágicos de siempre.

Tengo que parar, me duelen las manos y el corazón. A esta movida no la entiendo pero busco que la prostituta explicación de turno me serene y traiga tranquilidad para elegir que zapatillas me pongo para ir a comprar la carne para el asado.

Mi mujer se despierta y me dice que no me preocupe que todo va a estar mejor.

Que:

el televisor, el dvd, el auto, el shopping, el gimnasio, el celular, el photoshop, las cirugías, el fútbol, el verano y las tapas de los semanarios (que muestran gente en un balneario como la gente) van a lograr que la “gente” se olvida de “los otros”, metáfora lostiana para describir a los pendejosdrogadictosconarmasyesemalditocolordepiel.

“Tiene razón”, me digo a mi mismo, tratando de convencerme. Experimento una angustiosa calma y le digo a Emiliano, mi amigo, que prenda el fuego mientras preparo un fernet.

Miro hacia la ventana y el futuro baila en el aire como una hoja en otoño. Flexiono y trato de aliviar el cuello contracturado, aprovecho para prender un cigarro y cierro los ojos, pienso en mi vieja y en el pibito de 12 años que murió la semana pasada, con dos fierros en sus manitos, una bala en el pecho y sin ser noticia.

Humedezco el filtro en mis labios y remuevo el pasado buscando una garantía de felicidad. Abrazo a mi hija con la mente, busco recuerdos, instantes de bienestar emocional pero después de todo, la tristeza me invade y cada intención es en vano.

Dejo que las dudas se apoderen de mí, mientras navego las ideas que trastocan la presunta fortaleza de mis ideales. Se oye un aplauso. Es para el asador.

2 comentarios:

Victoria Palacios dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Victoria Palacios dijo...

Juan buenísimo! Tenemos el informe del CIC, si querés pregunto y te lo paso...
El comentario anterior era mío, me hago un lío con esto todavía...
Abrazos